Juicio Guerrieri-Amelong, día 17 (declararon los hijos de Raquel Negro. También Pablo Del Rosso)

Sabrina Gullino es la nieta número noventa y seis encontrada por las Abuelas de Plaza de Mayo y una de los mellizos que tuvo la detenida de la Quinta de Funes, Raquel Negro, antes de ser desaparecida. En una de las jornadas más conmovedoras desde que comenzó el juicio a cinco de los represores de la denominada causa Guerrieri-Amelong, Sabrina declaró este miércoles ante el Tribunal Oral Federal de Rosario y pidió a los jueces que “no se olviden que estos señores –por los imputados– no sólo cometieron todos los delitos por los que se los está juzgando, sino que también son los responsables de la desaparición de mi hermano”. También declaró el hijo mayor de Negro, Sebastián Álvarez, y Pablo del Roso, hijo de Stella Hildbrand, otra de las desaparecidas de la Quinta.

El testimonio de Sabrina fue contundente. La espontaneidad de su relato, la crudeza de la historia que narró y la frescura de sus palabras –se permitió hasta hacer alguna humorada–, desencajó a los jueces y al público, quienes siguieron su testimonio como hipnotizados.

Lo primero que hizo Sabrina, luego de que la jueza Beatriz Caballero de Barabani le preguntara por su fecha de nacimiento, fue reconocer ante el tribunal que no conoce su “fecha de nacimiento”.

Sabrina explicó entonces cómo se enteró que era hija de desaparecidos hace menos de un año, a fines de diciembre de 2008. Dijo que sus padres adoptivos la inscribieron el 27 de febrero de 1978, que siempre supo que “era adoptada”, que si bien algunas veces le habían surgido dudas sobre si podía ser hija de desaparecidos, estas se disipaban porque su “adopción había sido legal”.

“El día que me fui a vivir sola decidí hacer dos cosas de adulto: sacar el pasaporte y el ADN”, expresó Gullino y arrancó la sonrisa de varios de los presentes. La hija de Raquel Negro y Tulio Valenzuela describió con detalles cómo fue que se reencontró con su historia.

Sabrina contó que por un lado ella había tomado la decisión de hacerse el ADN, y por otro, había una “investigación en Paraná sobre el destino de los mellizos de Raquel Negro, con la cual “la abogada de Abuelas e H.I.J.O.S Ana Oberlin había conectado con la declaración de Eduardo Costanzo”, que en una de sus confesiones había dicho que uno de los bebés había muerto y la nena había sido llevada al Hogar del Huérfano de Rosario, “por dos de los señores que están acá atrás –dijo Sabrina– (Walter ) Pagano y (Juan) Amelong”.

Gullino compartió con el tribunal todas las sensaciones que la invadieron el día que un oficial notificador de la Justicia federal llegó a la casa de sus padres adoptivos en Ramallo para citarlos a declarar en la causa de Raquel Negro en Paraná.

“Si me mintieron sobre mi adopción no les hablo nunca más”, contó Gullino que les espetó a sus padres adoptivos por esos días, quienes acompañaron a Sabrina durante el proceso de reconstrucción de identidad hasta el día de hoy, y se fueron anoticiando junto a ella –además de que su adopción sí era legal–, de que su llegada al Hogar del Huérfano tenía que ver con la terrible historia sufrida por los dos militantes montoneros Tulio Valenzuela y Raquel Negro, sus padres biológicos, ambos desaparecidos por el terrorismo de Estado.

Al final de su relato Sabrina les solicitó a los jueces que “no se olviden que estos señores –por los imputados– no sólo cometieron todos los delitos por los que se los está juzgando, sino que también son los responsables de la desaparición de mi hermano”.

“A veces somos más optimistas, como cuando veo a mi familia de San Juan –de donde son los Valenzuela–, y otras veces menos, pero no vamos a dejar nunca de buscar a mi hermano”, concluyó.

Apenas terminó de declarar Gullino, desde el público se escuchó decir “Compañeros desaparecidos, ¡presentes! Ahora y siempre”; y enseguida varias personas sacaros fotos tamaño A4 con los rostros de las víctimas de la causa. “Como a los nazis/les va a pasar/ a donde vayan los iremos a buscar” entonaron los asistentes mientras se retiraban de la sala para hacer lugar a un cuarto intermedio.

Otros testimonios

Antes de Sabrina Gullino declaró su hermano Sebastián Álvarez, quien contó cómo conoció la historia de sus padres. “Mi familia para protegerme me fue contando de a poco cómo fueron las cosas”, comenzó su relato.

Álvarez refirió que cuando era adolescente empezó a interesarle más su historia: “Luego cuando salió el libro de Miguel Bonasso conocí el testimonio de Jaime Dri y me arrimé a H.I.J.O.S. y supe que fui secuestrado en Mar del Plata”.

A Sebastián se le hinchó el pecho de orgullo cuando afirmó “encontré a mi hermana y seguimos buscando a mi otro hermano”.

El joven, que fue secuestrado junto a su madre y Tulio Valenzuela en enero de 1978 en Mar del plata, cuando tenía un año y medio, recordó el destino sufrido por Raquel Negro en los centros clandestinos de detención que forman parte de los sucesos que se juzgan en la causa: “Quinta de Funes, Escuela Magnasco, La Intermedia”.

Sebastián también hizo mención a las cartas de Tulio Valenzuela, que también están presentadas en la causa con la parte documental. “Las tengo en mi poder –indicó–, no recuerdo a qué edad me las dieron, pero las tengo. Ahí Tucho –como lo apodaban– explica la situación, hay una dirigida a mí y otra a mis abuelos”.

El joven testigo relató, además, su constante búsqueda por encontrar a sus hermanos: “Primero me acerque a la Comisión Hermanos de H.I.J.O.S. Santa Fe, me realicé la extracción de sangre, seguí sin muchos avances hasta que me contactan de Paraná y fui a hablar con enfermeras del hospital. Luego aparecen los dichos de Costanzo, la jueza de Paraná, la citación y la extracción de sangre a Sabrina quien resulto ser mi hermana”.

Sebastián rememoró lo doloroso que fue todo para sus tíos y sobre todo para sus abuelos, “quienes no pudieron conocer a Sabrina ni estar en este proceso que tardó tanto tiempo en llegar”.

Seis abuelos

El último en declarar este miércoles fue Pablo del Rosso, hijo de Stella Hildbrand, vista por última vez en la Quinta de Funes por Jaime Dri, aunque según los dichos de Eduardo Costanzo abría sido asesinada junto a otros trece militantes que habían sido trasladados a la quinta La Intermedia, propiedad de la familia Amelong.

“Mi papá muere en un enfrentamiento y a mi mamá la secuestraron y esta desparecida. Cuando a ella la secuestraron yo estaba con ella y estuve detenido un mes y medio hasta que mis abuelos me recuperaron”, contó Pablo al inicio de su testimonio.

Pablo explicó que “sobre mamá supe por compañeros que militaron con ella, el libro de Miguel Bonasso, después del secuestro no se más nada, sólo lo del libro y las investigaciones recientes”.

NE otro tramo de su relato, Pablo indicó que “tenía tres años” cuando lo secuestraron y comentó al tribunal: “Siempre me sentí afortunado de tener seis abuelos”.

Del Rosso relató que fue criado por sus padres adoptivos que “fueron el hermano de mi papá y su mujer”, y señaló que como su abuelo “trabajaba en la prefectura eso quizás ayudó a que me recuperaran pronto, tuve esa suerte que no fue la misma de otros chicos que estuvieron apropiados mucho tiempo”.


De redaccionrosario.com especial para el Diario de los Juicios

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